Hace algunos años, fui con mi familia a ver la cueva de Chufín, en Cantabria. A parte de lo increíble que es y el paisaje en el que está situada, lo que más me llamó la atención fue el lago que tiene en su interior.
Pero antes de mostrarte el lago, el guía apaga la luz de la linterna y pide silencio. En ese momento, eres consciente del sonido del agua. Sientes las gotas caer en el lago como si estuvieran pegadas a tu oreja. Y cuando enciende e ilumina la zona, te das cuenta que el lago estaba ahí, a escasos metros de ti y no te habías percatado.
Muchas veces es necesario apagar "esa linterna", para que los otros sentidos te ayuden a ver. Y cuando vuelves a encenderla, entiendes mejor la realidad, te das cuenta de algunas cosas que, irónicamente, la vista no te había dejado ver.
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